Luego Ester habl贸 nuevamente con el rey y, ech谩ndose a sus pies y con l谩grimas en los ojos 馃憖, le suplic贸 que anulara la malvada orden de Aman .
El rey Asuero contest贸 entonces a la reina Ester y a Mardoqueo, el judio:
- Yo le he dado ya a Ester la casa de Aman , y a este lo han colgado en la horca por haber atentado contra la vida de los judios . Ahora los autorizo a escribir , en mi nombre, lo que mejor les parezca en favor de los judios . ¡ Y sellen las cartas con el sello real!
( Una carta firmada en nombre del rey, y sellada con su sello , no se puede anular .)
Las cartas fueron firmadas en nombre del rey Asuero y, despu茅s de sellarlas con el sello real, fueron enviadas por medio de correos que montaban veloces caballos 馃悗 de las caballerizas del rey.
En ellas el rey autorizaba a los judios, en cualquier ciudad donde vivieran , a reunirse para defender sus vidas. Por orden del rey, los correos partieron a toda prisa y en caballos de sus caballerizas , y el edicto fue publicado tambi茅n en la ciudadela de Susa. En todas las provincias , ciudades y lugares adonde llegaba el decreto real, los judios se llenaron de gozo y alegr铆a , y celebraron banquetes y fiestas.
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