“...si no os volvéis y os hacéis como niños , de ningún modo entraréis en el reino de los cielos .”
Mateo 18:3
Rehusar convertirse continuamente pone una piedra de tropiezo en el crecimiento de nuestra vida espiritual. Hay áreas de voluntariosidad en nuestras vidas en las que nuestro orgullo derrama menosprecio sobre el trono de Dios y dice : “ No pienso someterme .” Deificamos nuestra independencia y voluntad y llamamos a ambas cosas por nombres equívocos. Lo que Dios califica como una terca debilidad nosotros lo llamamos fortaleza . Hay áreas enteras de nuestras vidas que no han sido llevadas aún al sometimiento, y esto solo puede conseguirse a través de esta conversión continua. Con ella , de forma lenta pero segura , podemos reclamar todo el territorio para el Espíritu de Dios.
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