“ La muerte ya no se enseñorea más de él...en cuanto a lo que vive, para Dios vive...consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús...” Romanos 6:9-11
Jesucristo situó la vida eterna a un nivel humano , mostrándola en Sà mismo.
Y es esta vida misma, no una simple copia de ella, la que nos es adjudicada y se manifiesta en nuestra carne mortal cuando nacemos de nuevo. La vida eterna no es un don que nos da Dios; la vida eterna es el don de Dios. La energÃa y el poder que se hicieron tan evidentes en Jesús se manifestaran en nosotros por un acto de la gracia soberana de Dios, una vez hayamos tomado la decisión completa y efectiva acerca del pecado.
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