“Orad, al Señor de la mies , que envíe obreros a su mies.” Mateo 9:38
La clave a la difícil tarea del misionero está en las manos de Dios y no en la obra, en el sentido en el que nosotros usamos el término , pues la obra a menudo nos apta de nuestro enfoque en Dios. La clave es la oración . El secreto del misionero no está en su sentido común, preparación médica, educación teológica o siquiera vocación evangelizadora . La clave está en seguir las órdenes del Maestro , y estas se concretan en la oración . “ Orad , pues , al Señor de la mies ...” , aunque en el reino de lo natural la oración no tenga sentido y desde la perspectiva del sentido común parezca una insensatez.
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